viernes, 26 de septiembre de 2008

Comparaciones

La gente que ha viajado aunque sea un poco lo sabe: el hábito de hacer comparaciones entre los sitios que uno ha conocido es casi inevitable…

La práctica de las comparaciones va desde “En tal sitio la comida no es tan sabrosa como en este otro” hasta comparaciones entre las culturas, comportamiento de las personas, hábitos, religiones, etc.

Yo misma, muchas veces, me doy cuenta de que estoy comparando. ¿Y qué pasa con eso? No lo sé…


No lo sé porque, por un lado, tener criterio y opinión personal sobre las experiencias que uno vive me parece estupendo. De hecho, esta es la idea de este blog: compartir mis aventuras desde mi punto de vista. Cada persona se identifica más con un sitio que con otro, con una manera de comportarse o de vestirse, con una manera de ver el mundo.

Pero cuando he leído un fragmento de un libro, me puse a revisar mis conceptos sobre las comparaciones… El libro (muy recomendable) se llama “Married to a Bedouin”, de Marguerite van Geldermalsen y cuenta la historia de una mujer de Nueva Zelanda que se fue de paseo a Petra (Jordania), conoció un beduino (árabe nómada), se enamoró, se casó y pasó a vivir allí. Nos os contaré más porque el libro está muy bien escrito, y merece la pena leerlo.

El cambio que la autora ha dado a su vida es inimaginable, y ella contesta de manera muy singular a la siguiente pregunta “¿Qué el mejor: Jordania o Australia?”

La traducción (no literal) de su respuesta es la siguiente:

“Algunas cosas son mejores en Jordania, otras son mejores en Australia, y seguro que hay otro sitio en que otras cosas son mejores. Es mejor mirar las cosas buenas de donde estás en el momento, y hacer lo que es correcto en cada circunstancia. Yo no puedo hablar por mis hijos, y espero que ellos tengan experiencias suficientes para elegir su propio futuro (…)”.

Dejaré que cada uno saque sus propias conclusiones.
Yo todavía estoy formando (y reformando) las mías…

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