domingo, 19 de octubre de 2008

Mi lugar especial

Como dice la expresión “Cada uno es de su padre y de su madre”, cada persona es muy distinta de la otra. Y ¡qué bien que la gente es así! Cada uno valora el mundo a su manera, y lo que es especial y muy valorado para una persona puede ser la cosa mas ordinaria para la otra… Con los sitios que conocemos y las ciudades en que vivimos pasa lo mismo.

A veces no es algo totalmente conciente, pero normalmente hay una calle en la ciudad, una esquina, un sitio con una vista única, una comida o un puente que significa mucho para nosotros. Me refiero a un sitio en que nos sentimos bien, completos, ligeros, con las energías recargadas o mismo emocionados. Es algo mas que el sitio en si mismo, es una mezcla de sentimientos y de experiencias que solamente uno mismo puede explicar. O intentarlo, por lo menos…

Con esto de cambiarme de ciudad y de país algunas veces, aprendí a reconocer y a valorar estos sitios especiales que me hacen también. Sitios en que puedo ir cuando estoy triste, cuando necesito tomar una decisión seria, cuando estoy sola, cuando quiero relajar o leer un buen libro. Y, casi 100% de las veces, cuando salgo de allí, me siento mucho mejor do que cuando he llegado…

Yo no consigo definir mi “sitio especial” en poco tiempo. Esta definición es algo que se construye con el tiempo, que pasa sin que yo me de cuenta, hasta que un día siento con seguridad que tengo un sitio más para refugiarme. Y cuando estoy segura de dónde están mis sitios especiales, puedo compartirlos con vosotros…

En Brasil, no haya nada para mí como sentar en la arena de la playa sobre eso de las cinco de la tarde. Es cuando todavía hay sol y claridad, pero ya no hace tanto calor y la temperatura se vuelva muy agradable. Cómo las playas en general son muy bonitas, puede elegir varias para sentarme y pasármelo bien. Llevo un libro, y mezclo su lectura con miradas al mar, a la gente que pasa o se ejercita en la arena, a los aviones en el cielo, todo eso al sonido de las olas del mar. Cuando oscurece, me levanto y me voy, pero con la seguridad de que voy a volver pronto…
En España, me encantar “perderme” y descubrir nuevas sorpresas en el Parque del Retiro, en Madrid. Sé que hay otros parques y zonas verdes, pero ninguna más especial que esta. Una vez cogí un mapa del parque para ubicarme mejor, pero enseguida lo tiré a la basura: la mejor parte es seguir sin rumbo, explorarlo cómo se fuera la primera vez que camino por entre sus árboles, parar cuando quiero, seguir hacia algo que me llama la atención o leer un libro en un banco (tengo mi banco favorito, pero a veces cambio). Ya estuve muchísimas veces en El Retiro, pero tengo la sensación de que nunca llegará el día en que yo pueda decir que ya lo he explorado totalmente y que ya no hay nada que me sorprenda allí…
En Irlanda (Kilkenny) tengo dos sitios especiales. Puedo poner la excusa en el mal tiempo que hace allí y en la lluvia que es una compañía casi constante: un sitio es cubierto, y el otro es descubierto.
Si llueve o hace demasiado frío o viento, me encanta sentarme en la segunda planta de un café situado en una de las calles principales del centro, pedir un café con leche y esponjitas de golosina, leer un libro a la vez en que me entretengo con las miles de piezas antiguas de decoración del sitio… La gente va y viene dentro y fuera del café, y yo me puedo tirar horas y horas allí, pues me lo paso genial…

Si el tiempo ayuda, un paseo por el Parque del Castillo para que me de
un poco el sol, sentarme en uno de sus bancos y mirar el paisaje, ver a lo niños jugando o leer un libro es un programa más que especial. El contacto con la naturaleza revisora, y la sensación de bien estar es casi inmediata.

Y tú, ¿ya has descubierto tus sitios especiales?

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